El despertar del cine catalán

EL cine catalán asoma la cabeza tras años de penuria de la industria. En el 2010 se produjeron casi un centenar de películas en Catalunya, un tercio de las cuales fueron rodadas en la lengua vernácula.Uncrecimiento del29% respecto al año anterior. En el conjunto de España se realizaron 199 filmes, de los que la mitad tuvo participación catalana. Unas cifras que indican la revitalización de la industria cinematográfica en Catalunya.

Hay dos aspectos que destacar. El primero es que la penuria financiera institucional ha obligado a las productoras catalanas a recurrir al capital privado y al extranjero para rodar estas películas, un elemento fundamental que alumbra un horizonte esperanzador. El cine catalán, hasta ahora impulsado básicamente por la Generalitat y TV3, se había apoyado exclusivamente en la protección oficial. Ahora, este apoyo ha desaparecido debido a la crisis y se ha entrado en una fase mucho más profesionalizada de la industria. El segundo aspecto que resaltar es el buen nivel de un cine que, aunque sigue siendo minoritario, ha aumentado su nivel de audiencia en un 50%, lo que significa que está ganando cuota de pantalla.

El fenómeno, por supuesto, no es casual. En primer lugar, hay que destacar el trabajo que desde hace unos años están realizando las instituciones dedicadas a la enseñanza del cine, especialmente el máster en Documental de Creación de la Universitat Pompeu Fabra, que se ha destacado como una fábrica de buenos realizadores. También la apuesta por los telefilmes de la televisión catalana que ha formado a productores, realizadores y actores que han dado el salto a los largometrajes. Otro elemento forjador de esta industria catalana ha sido el festival de cine de Sitges, desde donde se han realizado interesantes proyectos y que se ha convertido en una señal de identidad. Y finalmente, la desaparición de la falsa dicotomía entre cine comercial y cine elitista, a la que han contribuido las producciones de, entre otras, Mediapro, Rodar y Rodar o Versátil, hasta alcanzar la cima con Pa negre, auténtica triunfadora de los Gaudí y los Goya. Obviamente, la comercialidad y la calidad artística son dos ramas de un mismo tronco que se apoyan la una en la otra y a las que de ninguna forma se puede enfrentar. Una fomenta la financiación, y la otra, la creación.

Falta en todo este marco general la capacidad de esta industria revitalizada de seducir al espectador y obtener recaudaciones que impulsen la financiación privada. Una asignatura pendiente que deberá aprobar para ganarse la mayoría de edad

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