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El pasado
23 de febrero de 2000 se celebró
en el Teatro Real el estreno absoluto de Don Quijote, ópera de Cristóbal Halffter, con
libreto de Andrés Amorós basado en el mito cervantino y en
varios poetas españoles a partir de una idea escénica del compositor. La puesta en
escena, escenografía, figurines e iluminación correrán a cargo del alemán Herbert
Wernicke y la dirección musical será de Pedro Halffter Caro.
Con casi 70 años (los cumplió el 24 de marzo) y
una larga, fecunda y exitosa carrera creativa, Cristóbal Halffter es, sin duda, uno de los mayores compositores españoles del siglo. En su
prolífica producción, que abarca más de un centenar de obras de todos los géneros música de cámara (destinada a muy variadas
formaciones instrumentales), concertística, sinfónica, vocal, coral-sinfónica,
electrónica, etc., afloran las más diversas influencias y
corrientes estéticas, de las formas tradicionales a las vanguardias europeas,
subordinadas siempre a un riguroso trabajo compositivo y a un gran talento creador.
Como escribió Tomás Marco: «Cristóbal Halffter es una naturaleza musical en estado
puro.
Dotado de una formidable intuición creativa y de unas dotes innatas para la música,
además de un prodigioso oficio, es capaz de convertir en música todo lo que toca,
deglutiendo toda clase de influencias y convirtiéndolas en creación inconfundiblemente
propia».
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El deseo de escribir una ópera acompaña a Cristóbal Halffter desde hace mucho tiempo,
por lo que con este Don Quijote el compositor realiza un sueño antiguo y
recurrente a lo largo de su vida. En su escritura Halffter rehúye cualquier forma o
procedimiento experimental, utilizando un lenguaje depurado fruto de su larga carrera creativa en el que profundiza en técnicas compositivas ya
abordadas anteriormente, como la utilización de una nota como elemento unificador de la
obra, o la aleatoriedad controlada en ciertos parámetros musicales, lo que permitirá una
cierta libertad a los intérpretes en el desarrollo de sus cometidos.La ópera es una reflexión sobre la necesidad de la
utopía en el inicio del nuevo siglo, plasmada a través de un encuentro de Cervantes con
Don Quijote, los dos protagonistas de la obra.
En lugar de desarrollarse siguiendo un hilo
dramático único que conduzca la acción, en el libreto de Andrés Amorós
se van articulando las inquietudes, dudas y desatinos de los
personajes, que hacen suyas las voces de varios poetas españoles, desde Juan de la
Encina, Jorge Manrique y San Juan de la Cruz, hasta Salinas o Machado.
La
utilización del Don Quijote el mito
y la obra le permite a Halffter prescindir de todo tipo de
descripción superflua de los personajes, concentrando la acción dramática en las
escenas quijotescas más universales e impactantes:
los molinos/gigantes, los rebaños/ejércitos, etc.
La
tensión dialéctica entre represión y libertad atraviesa toda la obra, manifestándose
bajo múltiples formas de enfrentamiento explícito o implícito: ignorancia o
conocimiento, cordura y locura, realismo y fantasía, gregarismo u originalidad, vida y
muerte.
La
ópera está estructurada en un prólogo, seis escenas y un breve final y será
interpretada sin intervalo. En ella se alternan momentos de intensa expresividad interior
con otros de gran desenfreno, y la orquesta, que tiene voz propia, subraya, profundiza o
contradice el discurso de los personajes.
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Con Don Quijote, Herbert Wernicke, uno de los
más prestigiosos directores de escena y escenógrafos europeos, se presenta por primera
vez ante el público de Madrid. En Barcelona, las dos producciones suyas que fueron
ofrecidas dentro de las temporadas de 1997 y 1998 del Liceo Calisto,
de Cavalli, del Teatro de la Monnaie, y Alcina,
de Haendel, de la Ópera de Basilea fueron aclamadas por público y crítica.En esta
producción de Don Quijote, Wernicke convierte los libros símbolo, para Halffter, de todas las formas de
utopía en el principal elemento escenográfico de la
ópera. Alrededor de una descomunal montaña de libros trascurren las varias escenas,
articuladas con el ingenio, la irreverencia y la belleza plástica que caracterizan las
producciones de Wernicke.
La
necesidad de la fantasía y de la locura que propugna la ópera se traslada a la misma
creación escénica: el director alemán da alas a una irrefrenable imaginación, haciendo
desfilar por el escenario sorprendentes elementos, todos ellos sumergidos en un halo de
magia y ensueño que exigirán del espectador una actitud abierta y cómplice.
Con Don
Quijote debutará también en el Teatro Real el director de orquesta Pedro
Halffter Caro, que, pese a su juventud aún no ha cumplido los 30 años, cuenta ya con un amplio repertorio, puesto que ha
dirigido algunas de las más importantes orquestas europeas.
Bajo su batuta estará
un selecto elenco mayoritariamente español y el Coro y la Orquesta Sinfónica de Madrid,
a los que cabe la responsabilidad de dar vida a una de las obras más esperadas de
la música española del siglo XX. |
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