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FilosofíaBiografía

Demócrito de Abdera (460-370 a.C.).

Filósofo griego, considerado uno de los fundadores de la teoría atomista.

Vida y obras

La cronología de Demócrito no se puede establecer con certeza. Se sabe que vivió en los siglos V-IV a.C. Su vida fue muy larga y rica en viajes, en los cuales habría visitado Egipto, Babilonia y Persia para realizar estudios. Fue amigo y discípulo de Leucipo (fundador del primer atomismo griego) y contemporáneo de Sócrates y del médico Hipócrates de Cos. Investigador abierto a los más variados intereses, como lo atestigua el catálogo de obras que nos ha dejado Diógenes Laercio. Sus escritos se agrupan en trece tetralogías que se clasifican bajo cinco temas: Libros éticos, físicos, matemáticos, filológicos y técnicos. Compuso, además, obras sobre astronomía, geografía y ciencias naturales. Cicerón alaba su estilo tanto por la belleza de su lenguaje como por la claridad, en contraste con la oscuridad de Heráclito.

Doctrina

Importancia histórica de su pensamiento

El significado histórico de la filosofía de Demócrito consiste en la originalidad de su hermenéutica referente a los aspectos metodológicos y críticos. Demócrito se distingue de los otros presocráticos no sólo por la doxografía, sino también por el uso del método definitorio y demostrativo que para "salvar los fenómenos" se remonta desde ellos hasta "lo que es anterior por naturaleza". A este procedimiento Demócrito lo llama demostración (kitiologí). Con Demócrito se inicia el período sistemático de la historia de la filosofía.

Metafísica

Demócrito expuso su doctrina en el libro Miakròs diákosmos (El pequeño sistema del mundo), que sólo conocemos por referencias indirectas. La obra expresa una concepción de la naturaleza fundada, como la de su maestro, en los principios del ser y del no ser de la tradición eleática. El ser tiene los rasgos del ser puro de Parménides: es pleno, indivisible, ni generado ni corruptible. Pero a diferencia del Uno eleático, que además de ser único es inmóvil, el ser de Demócrito es infinito en cuanto al número, es una pluridad de "átomos" innumerables, que difieren entre sí sólo por la forma, y que están en continuo movimiento espontáneo. La pluridad y el movimiento de estos átomos se debe al no ser, al vacío. En oposición expresa al principio fundamental del pensamiento eleático, el atomismo antiguo, a fin de "salvar los fenómenos", sostiene que "la existencia de la cosa no es mayor que la existencia de la nada", o también "Ser, no lo es más uno que ninguno". Cada átomo ("indivisible") es pleno (sin vacío), indivisible debido a su solidez. Esta indivisibilidad corpórea tiene su correspondiente "forma indivisible". Tales formas indivisibles, infinitamente variadas, se mueven espontáneamente en el vacío sin resistencia del no ser, se encuentran y se separan, se agregan y disgregan en una vibración eterna, de donde provienen aquellos torbellinos que generan mundos, también ellos infinitamente variados y distintos entre sí, compuestos de átomos y de vacío. De este modo, el movimiento de los átomos en el vacío da lugar al nacimiento y a la muerte de los distintos entes, sin producirse pérdida de los elementos reales y, al mismo tiempo, excluyendo cualquier concepción finalista.

Sello conmemorativo del pesador griego.

Gnoseología

El ser y el no ser no son existencias perceptibles; en el campo de la percepción sensible están, en cambio, los cuerpos compuestos de átomos y vacío. Por lo tanto se dan dos tipos de conocimiento: el "oscuro", que es el de los cinco sentidos, y el "auténtico", el de la mente o pensamiento. Las sensaciones y el pensamiento, el alma o la vida en general, son también átomos esparcidos por todo el cuerpo, salvo los átomos de la mente que se concentran, según Hipócrates, en el cerebro. Las sensaciones son provocadas por el choque de los átomos externos con los átomos del alma vegetativa y sensitiva. De esta forma el hombre está en relación inmediata con los cuerpos "visibles y tangibles". Así se produce un primer saber sensitivo, que es un saber espurio, mera opinión. Este tema será retomado por el escepticismo griego en la fórmula: "no conocemos nada en forma auténtica, porque la verdad yace en lo profundo". El hombre está, pues, alejado de lo auténtico, es decir, de la percepción de los átomos y el vacío. El problema está en saber si el hombre puede llegar a percibir el ser y el no ser a partir de ese saber espurio y a través del saber auténtico.

Ética

La ética se halla expuesta en el Corpus democriteum y constituye la parte más consistente de lo que se conserva de este libro. En él se considera al hombre como un "microcosmos", un conjunto de átomos y vacío, y su destino es el mismo que el del cosmos al que pertenece. El fin del hombre es la conservación del equilibrio, es decir, la serenidad de ánimo" o el "bienestar", que no es lo mismo que el goce de los placeres sensibles, sino aquel estado en que el hombre está en equilibrio, sin turbaciones por miedo alguno, o por temor supersticioso a los dioses o por pasión alguna.

Demonología

Demócrito expone una demonología con el objeto de explicar algunos fenómenos especiales, como la visión de seres extraños que se acercan a los hombres, entre los cuales unos traen bienes y otros males. El problema de lo divino no tiene un sentido religioso, se refiere a conformaciones naturales muy especiales "que se disuelven con gran dificultad, sin llegar a ser precisamente inmortales". Para Demócrito, por lo tanto, no existen los dioses. El origen de la religión está en el terror y estupor de los hombres primitivos frente a sucesos extraordinarios, e incluso ante la maravillosa uniformidad de la naturaleza. Puesto que no existen los dioses, son inútiles las súplicas, pues todo lo que los hombres esperan recibir de ellos está en sus propias manos.

Autor

  • Cipriano Camarero Gil