Maltrato físico
Directo: Pegar, amenazar con armas...
Indirecto: Esconder, robar, romper... objetos o pertenencias.
Maltrato verbal
Directo: Insultar, burlarse, reírse de uno/a, nombrar
con motes...
Indirecto: Hablar mal de alguien, hacer correr falsos rumores...
Exclusión social
Directa: Excluir, no dejar participar a alguien en una
actividad...
Indirecta: Ignorar, "ningunear", tratar como un objeto...
El maltrato psicológico está presente
en todas las categorías.
Las tres categorías tienen formas directas
e indirectas. En las formas directas la agresión
es evidente y la víctima se da cuenta que alguien la
está perjudicando. En cambio, las formas indirectas
pueden ser muy sutiles. La víctima ve que algo no funciona
pero no acaba de saber qué. El hecho que la agresión
no se identifique claramente puede desestabilizar mucho; la
víctima llega a dudar de su propia percepción
y esto representa un ataque directo a su autoestima y una
fuente enorme de estrés y ansiedad.
Cuando las conductas se dirigen a la víctima
haciendo referencia a su etnia o sus orígenes hablamos
de bullying
racista.
Cuando las conductas se dirigen a la víctima
haciendo referencia a las partes íntimas de su cuerpo
hablamos de bullying
sexual (o acoso sexual).
Cuando las conductas se dirigen a la víctima
haciendo referencia a su orientación sexual (real o imaginada)
hablamos de bullying
homófobo.
Cuando el acoso ocurre mediante el uso de medios
electrónicos (internet, teléfono móvil...)
hablamos de ciberbullying.
En Japón se habla del Ijime
que se define por las acciones que realiza un grupo contra un
único individuo. El principal motivo de las agresiones
es el hecho diferencial de la persona objetivo. Es un concepto
muy antiguo que actualmente ha tomado una nueva dimensión.
Hay otros fenómenos paralelos como el Hikikomori
o el Joshikosei.