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La Visión en la planeación
A la vida consagrada se confía la misión de señalar al Hijo de Dios hecho hombre como la meta escatológica a la que todo tiende.


Por: Germán Sánchez Griese | Fuente: Catholic.net



¿Qué es la visión?
El proceso de programación da por supuesta las cualidades esenciales de la empresa y sus objetivos prioritarios. Podríamos decir que quien hace la programación conoce con exactitud la esencia de la empresa, de forma tal que la actividad que está programando coadyuva a la materialización de la esencia de la empresa. El desconocimiento de dicha esencia lleva en muchos casos a porgramar actividades, no sólo contrarias a la empresa, sino incluso que ponen en entredicho su vida. Todos los que colaboran con una empresa se sienten unidos por esta esencia común, por estos ideales con los que todos se identifican.

La identificación de estos ideales comunes no es indiferente para la vida de una empresa. No es lo mismo identifcarse como empresa “fabricante de automóviles”, que una empresa que “busca proporcionar medios adecuados de transporte a una población siempre en movimiento, con recursos escasos de tiempo y dinero”. La fijación de estos ideales comunes dará la pauta para buscar las acciones más eficaces que proporcionen un medio para la consecución de dichos ideales. Muchas empresas, al carecer de una visión adecuada de estos ideales, han sucumbido. La fijación de ideales permite trabajar con las miras puestas en el futuro y no sólo en el corto horizonte de la supervivencia.

En el lenguaje empresarial esta fijación de ideales comunes se conoce con el nombre de visión o misión de la empresa. Es una forma de conocerse como empresa y de proyectarse en el tiempo. Es una forma de protegerse ante la incertidumbre del futuro, los problemas de corto plazo, las operaciones diarias. Cuando la persona se enfrasca en el trabajo cotidiano, es lógico que frente a las presiones de los diversos departamentos, a los competidores y a la situación cambiante, se pierda de vista la esencia de la empresa. No se trata, sin embargo, de tener en mente siempre lo que se es como empresa, pero conviene tenerlo siempre fresco, especialmente en los momentos en que se deben tomar decisiones que afectan la esencia y el futuro de la empresa. Misión y visión en algunos manuales de planeación estratégica se asemejan y hasta se identifican. En otros, hacen una sutil diferencia entre ambos, de forma que la misión explica el porqué de esa empresa y la visión busca cristalizar la misión de la empresa a lo largo del tiempo. La misión fija los propósitos de la empresa mientras que la visión es una descripción realista, creíble y atractiva del futuro. La visión debe ser consistente con la misión y los propósitos de la empresa, debe reflejar grandes ideales y estándares de excelencia, debe ser clara y descriptiva tanto en propósito como en dirección y debe ser ambisiosa. Podemos resumir el concepto de visión diciendo que la visión establece una dirección a a la empresa, al mismo tiempo que da las motivaciones adecuadas para lograrla. Podemos catalogar de apropriada una visión cuando ésta atrae a personas con compromiso y energía, hace relevante su labor en la organización, establece estándares de excelencia, enlaza el presente con el futuro y puede ser comunicada para volverla un propósito común.

Sin querer establecer ningún parangón, pues además de que las comparaciones son odiosas y las Congregaciones religiosas no son empresas, podemos aplicar algunos de estos conceptos al caso de las Congregaciones religiosas, con el fin de ayudarles a planear sus actividades en diversos campos. De esta manera nos damos cuenta que cada una de las Congregaciones se define a sí misma por unos fines específicos, una misión, que no es otra cosa que el carisma . A partir del Concilio Vaticano II, se ha comenzado a profundizar en lo que ahora se llama la Teología del Carisma, con el P. Fabio Ciardi a la cabeza de dichos estudios, de forma que hablar del carisma de la Congregación, carisma del fundador, carisma fundacional, es algo conocido por novicias, junioras, religiosas de votos perpetuos. El mismo magisterio de la Iglesia ha ido dando a lo largo de este tiempo del post-concilio, indicaciones válidas para identificar el carisma. Desde el Decreto Perfectae caritatis, hasta los últimos dicursos de Benedicto XVI sobre la vida consagrada, constatamos el esfuerzo hecho por delinear el carisma . Por lo tanto resulta fácil decir que el carisma puede llegar a identificarse con la misión del Instituto o Congregación religiosa. Pero esta afirmación nuestra requiere una aclaración.

En el lenguaje eclesial, se ha tendido a identificar la palabra misión con un trabajo apostólico. Tan es así que algún momento del desarrollo de la teología del carisma, se llegó a confundir el carisma con las obras de apostolado . La misión de la vida consagrada es otra: “A la vida consagrada se confía la misión de señalar al Hijo de Dios hecho hombre como la meta escatológica a la que todo tiende, el resplandor ante el cual cualquier otra luz languidece, la infinita belleza que, sola, puede satisfacer totalmente el corazón humano. Por tanto, en la vida consagrada no se trata sólo de seguir a Cristo con todo el corazón, amándolo « más que al padre o a la madre, más que al hijo o a la hija » (cf. Mt 10, 37), como se pide a todo discípulo, sino de vivirlo y expresarlo con la adhesión « conformadora » con Cristo de toda la existencia, en una tensión global que anticipa, en la medida posible en el tiempo y según los diversos carismas, la perfección escatológica.” Por tanto, el seguimiento y la imitación de Cristo será la misión de toda la vida consagrada. Ahora bien, cada Instituto o Congregación religiosa, bajo la experiencia del Espíritu del fundador, esta llamado al seguimiento de Cristo en una forma muy particular, forma que le viene dadapor el carisma. Será interesante que cada congregación religiosa pudiera redactar en forma suscinta y esencial, el carisma de la congregación, en forma tal de establecer la misión del Instituto.

Esta misión permitirá la posibilidad de aunar esfuerzos entre todas las religiosas, evitando la dispersión de energías y haciendo que todos los esfuerzos tiendan a un sólo fin. De tal forma que quien en la Congregación deba programar y trabajar por la Pastoral vocacional o la vida espiritual de todos los miembros, o la posinbilidad de compartir el carisma con los laicos, se sienta unido en una sóla dirección, amalgamado por el carisma.

Este trabajo de identificar el carisma y de ponerlo por escrito en forma suscinta y esencial corresponde a los superiores mayores, de forma que pueda lograrse la unidad y la concordia entre toda la congregación. Puede aprovecharse la labor de los capítulos generales para este trabajo, tomando en cuenta que lo único que deberá hacerse será un trabajo de fidelidad creativa al carisma y del desarrollo del mismo . Conviene recordar en este caso lo dicho por Benedicto XVI acerca de la hermenéutica que debe guiar todas las labores de interpretación del renovamiento en el Concilio Vaticano II .

Cada uno de los grupos o persona que trabajan en un proyecto específico deberá comenzar a formular la visión de dicho proyecto, tomando en cuenta la misión (el carisma) del Instituto. Hemos dicho que la visión no es más que la actualización de la misión proyectada en el tiempo y de acuerdo al campo específico que se quiere trabajar. Dicha visión deberá redactarse en forme breve, de forma que pueda ser recordada fácilmente por los miembros de la congregación que trabajan en el proyecto específico. El objetivo de la brevedad no es nada más el de memorizarla, sino el permitir que cada religiosa se sienta motivada a llevar cumnplimento la visión del proyecto o de la obra, sintiendo que cada una de las acciones que ella realiza, está dirigida a la consecución de la visión.

La visión elenca, por así decirlo distintas tareas que deben llevarse a cabo para que el proyecto llegue a su cumplimiento. Se establece siempre en forma desiderativa, plausible, profética. Es el profetismo de la vida consagrada, hecho vida en un proyecto y apoyado, sin jamás desviarse, en el carisma del fundador.

Podemos afirmar que la visión de un proyecto es la actualización del carisma para ese determinado proyecto. Por ello, quienes lo formular, más que espertos en la planeación estratégica, deben ser expertos en el carisma, profundos conocedores y amadores del carisma, de forma que lo pongan en práctica y lo adecúen a las circunstancias específicas del proyecto en cuestión. Cada proyecto debería ser un desarrollo más del carisma, debería de adecuar más el carisma a las circunstancias actuales. Por ello conviene preguntarse cuál sería la mente, las intenciones del fudnador para aquella obra, para aquel proyecto: “Redunda en bien mismo de la Iglesia el que todos los Institutos tengan su carácter y fin propios. Por tanto, han de conocerse y conservarse con fidelidad el espíritu y los propósitos de los Fundadores, lo mismo que las sanas tradiciones, pues, todo ello constituye el patrimonio de cada uno de los Institutos.”


¿En qué momento de la planeación entra la visión?
La visión deberá ser el respaldo a todas las actividades de la planeación. Es decir a la fijación de los objetivos, de los medios y de las tareas, ya que serán el sustento y el respaldo de todos ellos. Los objetivos deberán desprenderse inmediatamente de la visión, de forma que puedan elencarse y sirvan de base para los medios y las tareas.

Por ello, es conveniente fijar la visión después de haber conocido la realidad en la que se quiere trabajar. De esta manera, con un concimiento de los puntos de referencia, se puede ser más concreto y práctico para fijar en el momento de fijar la visión.

Hay algunos que opinan que primero debe fijarse la visión y después la realidad. Depende de la obra, del proyecto y de las personas que trabajarán en ella. Muchas veces conocer la realidad antes de fijar la visión ocasiona un descorazonamiento tal en las personas, especialmente cuando la obra o el proyecto son difíciles o ya se han intentado varias veces, que la fijación de la visión resulta pobre y nada atractiva. En estos casos pienso que es mejor fijar primero la visión, desprendiéndola del carisma, es decir de la misión, para no tener interferencias de ningñun tipo.
Esto no quiere decir que se caiga en una visión ingenua de la realidad, ya que inmediatamente después de haber fijado la visión se deberá proceder al análisis de la realidad, para después proceder a la elección de los medios y las traeas para llevar a cumplimiento la visión. No se cae en la ingenuidad, pero se evita caer en la desesperación. La visión, como hemos cicho, si está bien definida, debe inyectar vitalidad a quienes participan en el proyecto o en la obra de apostolado. Con esa vitalidad, que en términos cristianos debe traducirse como esperanza cristiana, con esta esperanza cristiana, las personas estarán más capacitadas para enfrebtar la realidad y buscar los medios y las tareas más idóneas.

Podemos decir por tanto que el orden sí altera el producto. Dependerá del guía del proyecto para fijar con qué orden proceder en cada uno de los casos: primero en análisis de la realidad y después de fijación de la visión o primero la visión y después en análisis de la realidad.




1 Para una profundización del tema, ecomendamos el libro de German Sánchez Griese, Il risveglio del carisma, Ed. Ateneo Regina Apostolorum, Roma, 2006. En dicho libro se encuentran las claves para comprender lo que es un carisma y da la psoibilidad para que cada Congregación pueda trazar las líneas de su propio carisma.
2 Fabio Ciardi, I fondatori uomini dello Spirito, Per una teologia del carisma di fondatore, Ed. Città Nuova, Roma, 1982.
3 Es conveniente reportar en este espacio una de las aproximaciones del Magisterio de la Iglesia, ya clásicas al carisma: “El carisma mismo de los Fundadores se revela como una experiencia del Espíritu (Evang. test. 11), transmitida a los propios discípulos para ser por ellos vivida, custodiada, profundizada y desarrollada constantemente en sintonía con el Cuerpo de Cristo en crecimiento perenne.” Sagrada Congregación para los religiosos e institutos seculares, Criterios pastorales sobre relaciones entre obispos y religiosos en la Iglesia, 14.5.1978, n. 11.
4 “Existe la tentación de abandonar obras estables, genuina expresión del carisma del instituto, por otras que parecen más eficaces inmediatamente frente a las necesidades sociales, pero que dicen menos con la identidad del instituto.” Sagrada Congregación para los religiosos e institutos seculares, Elementos esenciales sobre la vida religiosa, 31.5.1983, n. 27
5 Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata, 25.3.1996, n. 16.
6 “Debe permanecer viva, pues, la convicción de que la garantía de toda renovación que pretenda ser fiel a la inspiración originaria está en la búsqueda de la conformación cada vez más plena con el Señor.n este espíritu, vuelve a ser hoy urgente para cada Instituto la necesidad de una referencia renovada a la Regla, porque en ella y en las Constituciones se contiene un itinerario de seguimiento, caracterizado por un carisma específico reconocido por la Iglesia.” Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata, 25.3.1996, n. 37
7 Cfr. Sagrada Congregación para los religiosos e institutos seculares, Criterios pastorales sobre relaciones entre obispos y religiosos en la Iglesia, 14.5.1978, n. 11.
8 Benedicto XVI, Discurso, 22.12.2005.
9 Concilio Vaticano II, Decreto Perfectae caritatis, 28.10.1965, 2b.



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