Actividad 7

LOS RUMIANTES

Para los animales herbívoros la ingestión del alimento no supone apenas ningún esfuerzo siempre que éste esté disponible. En cambio la digestión y absorción de la materia alimenticia supone un proceso mucho más lento. La comida ha de reducirse a partículas hasta descomponerse en sustancias nutritivas que puedan ser absorbidas.

Como los diferentes tipos de comida tienen un proceso digestivo y de descomposición propios, el aparato digestivo de los distintos animales sufre grandes transformaciones. La forma del tubo digestivo depende de la naturaleza de la comida ingerida por cada especie, al mismo tiempo que la morfología de cada especie tiene una relación con la morfología del aparato digestivo.

Examinando cada una de las partes de que se compone es aparato digestivo, pueden verse las modificaciones que ha sufrido a fin de adaptarse al régimen del alimento:

Esófago, estrecho tubo que se extiende desde la boca y la faringe al estómago. Es musculoso y gracias a los movimientos peristálticos involuntarios, produce la progresión de los alimentos. Recubierto interiormente por un epitelio resistente, de tipo estratificado el cual puede resistir el roce de partículas de naturaleza tosca, tiene también la particularidad de hacerse distensible.

En los animales rumiantes y en los herbívoros no rumiantes, la parte final del esófago se modifica, se ensancha y se convierte en los órganos de panza, redecilla y libro que son los tres compartimentos estancos en los que se almacena y macera la hierba, a fin de reducirla a pulpa; es sometida a una gran hidratación, a un aplastamiento mecánico y a una posterior fermentación bacteriana. En Los carnívoros y en el hombre el esófago no sufre ninguna transformación y se trata solamente de un tubo cilíndrico.

Los animales rumiantes, después de llenar su panza y encontrar un sitio donde se encuentren relativamente a salvo de depredadores, regurgitan la comida, la vuelven a masticar y por segunda vez los degluten atravesando la redecilla y el libro, hasta llegar al cuajar o verdadero estómago del animal, donde tiene lugar la secreción digestiva y en donde la microflora ataca y descompone a la celulosa en hemicelulosa y ésta a sus vez se transforma en ácido acético, propiónico y butírico. Estos dos últimos ácidos grasos son absorbidos.

La descomposición de la celulosa produce la rotura de las paredes de las células vegetales y con ello quedan libres los principios inmediatos tales como las grasas, hidratos de carbono y proteínas que, liberadas del estuche en que estaban encerradas, están en condiciones de ser atacadas por los fermentos intestinales y de convertirse en materias digeribles y asimilables por el organismo.

El estómago de los delfines y de las ballenas tiene una gran semejanza con el de los rumiantes. El delfín morro de botella, Tursiops truncatus, tiene cuatro compartimentos y su morfología recuerda a la de los rumiantes, pero existen algunos géneros de ballenas que pueden tener de 9 a 14 compartimentos.

El intestino delgado, al igual que el intestino grueso, tiene una gran analogía entre los diferentes animales carnívoros y herbívoros. Sin embargo, el ciego está mucho más desarrollado en los herbívoros debido a que la función del mismo, al igual que la de la panza, es la de descomponer la celulosa y otros materiales resistentes mediante las bacterias.

Los gramos de comida consumida por kilogramo de peso del cuerpo es muy superior en los animales herbívoros que en los carnívoros y éste alcanza el valor máximo en los herbívoros de pequeño peso.

Se desconoce como los animales saben qué alimentos son más efectivos y cómo pueden seleccionar, entre la gama de alimentos naturales, aquellos que precisan para aprovechar con mayor eficiencia.

Un ciervo aprende y sabe seleccionar las siguientes plantas que integran su dieta: