El interés en la gestión
del conocimiento ha crecido enormemente en los últimos años,
reflejando las oportunidades abiertas por la economía de la
información.
Los datos están perdiendo su escasez. Hoy, fluyen libre y
abundantemente en casi todas las direcciones. Pero debemos
preguntarnos, ¿la información también está perdiendo su escasez?, o
¿y el conocimiento lo está? En efecto, ¿no es posible que la gran
abundancia de datos sirva para incrementar la relativa escasez del
conocimiento y la información? ¿No se están volviendo más difíciles
de extraer los datos de los torrentes que amenazan con ahogarnos?
¿No nos estamos enfrentando a un problema que crece como signo de la
extracción? Estos son cuestionamientos perplejos y posiblemente
contraintuitivos. Requieren de un sentido fino de cómo los datos
pueden ser distinguidos de la información y de cómo, a su vez, la
información difiere del conocimiento.
Aunque los desafíos intelectuales sobre estás distinciones han
estado planteados a lo largo de casi todo el siglo XX -algunos
asociarían el desafío con la aparición de la teoría cuántica, al
principio del siglo pasado- la mayor parte permanece sin resolver.
Hoy, las oportunidades abiertas por la economía de la información
están todavía sin explotar.
La gestión del conocimiento está comenzando justo ahora a
enfrentarse al desafío. Con sus orígenes, en gran parte, en las
tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y las
promesas de procesar y transmitir información ilimitada, la gestión
del conocimiento todavía se asemeja más a una práctica que a una
disciplina intelectual. Sus fundamentos aun deben ser descubiertos y
sus limites naturales establecidos. Se necesitan urgentemente tanto
los fundamentos como los vínculos. Resulta, de todos modos, raro
tener tanta energía intelectual y comercial invertida en el
desarrollo de una práctica que hasta ahora tiene tan poco sentido
qué la sostiene intelectualmente y cuáles pueden ser sus contornos.
Agustí Canals es uno de los investigadores que está trabajando,
tanto, para descubrir los fundamentos del tema, como, se puede
observar en los artículos de esta colección, de sus contornos. Está
tan interesado en cómo puede ser aplicada la gestión del
conocimiento, cómo de que manera se produce. En esto, somos
compañeros de viaje y estamos los dos advertidos de que estamos
enganchados en un negocio arriesgado. Por ello, puede resultar que
no existan fundamentos por ser descubiertos, ni contornos por ser
delineados. Todos conocemos la historia del ciego y del elefante,
cada uno agarrado a una parte diferente del animal y ninguno capaz
de intu ir en base de su conocimiento local, la naturaleza de la
bestia. Bien, algunas veces el ciego tiene razón: no hay elefante.
Claro, que ni Agustí Canals ni yo creemos en esto. Pero hasta que
descubramos los fundamentos, mucho de nuestro trabajo en gestión del
conocimiento sigue siendo un acto de fe, que refleja nuestra
convicción de que el campo puede y debe ser profesionalizado. Los
artículos que siguen a continuación, explican de alguna forma porqué
ambos sentimos que el esfuerzo vale la pena.
Max Boisot
Octubre 2002